domingo, 29 de enero de 2012

¿Por qué? ¿Para qué?

No sé qué me pasa, pero llevo un par de semanas que no doy pie con bola. Llevo un par de semanas que no soy capaz de centrarme en lo que debería a pesar de que soy consciente de lo mucho que me juego en ello. Llevo un par de semanas que solamente tengo ganas de llorar. Llevo un par de semanas que, cuando cierro los ojos al dormir, deseo no despertar. Llevo un par de semanas que me siento incapaz de seguir sobreviviendo.

Y no lo hablo con nadie. Tampoco lo hablé en el momento más oscuro y triste de mi vida. A los ojos de los demás solamente estuve y estoy pasando una mala racha, pero estoy luchando para salir de ello con entereza y decisión, sin dejar que la tristeza me hunda. No lo hablo con los demás porque no quiero entristecer por mi culpa a otra persona, porque no quiero aburrir a nadie con problemas ajenos (cada uno tiene los suyos), porque no quiero que los pocos momentos en los que puedo disfrutar de la compañía de otra persona se arruinen o se extingan por culpa de ser una triste y una chupóptera de energías de otras personas. Quiero que la gente se sienta bien cuando están conmigo, aunque sepan que no es mi mejor momento. Quiero que piensen que estoy bien, a pesar de todo, y que me vean con ganas de hablar y de reir. Quiero que, cuando me despida de ellos, tengan ganas de volver a quedar conmigo y no de huir despavoridos de mi compañía.

Este fin de semana, por casualidades de la vida, conocí a alguien que me pareció que podía ser realmente interesante. Sin más. Sin pretender absolutamente nada más. Solamente surgió un momento agradable junto a alguien que prometía ser una buena persona con cosas que aportar. Únicamente alguien a quien piensas que merecerá la pena conocer poco a poco. Nos conocimos y estuvimos hablando, bromeando y riendo durante casi una hora. Todo parecía ideal. Yo estaba de buen humor en ese momento, me apetecía verdaderamente hablar y conocer a esa persona. Hasta el día era soleado y la temperatura agradable a esa hora. Nos despedimos con un par de besos, una sonrisa, un "ahora me tengo que ir, pero mañana hablamos. Ha sido agradable. Seguimos en contacto". Yo me fui con una pequeña ilusión en mi corazón. Un pensamiento de que quizás no todo tenía que ser malo en mi vida, un pensamiento de que aún me quedan por conocer personas que darán sentido a esta vida mía sin sentido ninguno. Me fui caminando, mirando hacia el sol y recibiendo sus rayos en mi cara con una sonrisa y con los ojos cerrados, dando gracias por una pequeña alegría en mi vida.

Este mismo fin de semana me he sentido rechazada sin motivo ni razón, sin ni siquiera haberme llegado a conocer de verdad, por ese mismo alguien al que conocí por casualidad y que decía ser una gran persona... ¿Por qué? ¿por la apariencia?

Lo de este fin de semana ha sido la gota que ha colmado el vaso. Sé que alguien así, en el fondo, no merece la pena, pero es que el vaso estaba ya muy lleno y se ha desbordado igual que ahora se están desbordando mis lágrimas...

No puedo más. No encuentro cuál es la razón de mi vida. La vida es demasiado injusta y cruel o yo soy demasiado débil. Sé que no soy la única persona que ha tenido problemas (y más gordos) en la vida, pero yo, después de más de un año de estar mejor (yo creía que bien en los últimos meses), llevo dos semanas que he vuelto a caer en el más oscuro de los agujeros. Y lo de este fin de semana me ha rebasado, simplemente. ¿Por qué la gente es así?

El otro día me enteré que una conocida de la familia, con 35 años, dos niños pequeños y un marido ejemplar, ha sido diagnosticada de un cáncer en un estado tan avanzado que los médicos dudan si podrán hacer algo por ella. Su familia está hundida. Su marido no se hace a la idea de vivir sin ella y dice que, si lo hace, será porque no le quedará más remedio por sus dos hijos pequeños. Yo, al enterarme, pensé de nuevo en las grandes injusticias de la vida porque a ella su familia la quiere y la necesita, mientras que yo no dejaría a nadie atrás si estuviera en su caso. Al revés: aliviaría la carga de algunas personas. Y pensé que no me importaría cambiarme por ella si eso fuera posible. Ella podría seguir cuidando y haciendo feliz a los suyos mientras que, a cambio, se iría de este mundo otra persona que, lejos de aportar, es más bien una carga para ella misma y para los demás.

No voy a suicidarme. De eso estoy segura. Pero es cierto que no me importaría cambiarme por una persona en una situación así. Lo haría voluntaria y generosamente, dando a otra persona con razones que la ataran a la vida la oportunidad de seguir viviendo.

sábado, 28 de enero de 2012

Evolución...

Adoro la música. Me emociona hasta puntos que otros no sospechan o no comprenden.

Y yo me pregunto, ¿se puede contar la historia de una vida con canciones? Voy a intentarlo...

(Aviso: las canciones pueden ser ñoñas, pero están elegidas por la letra, por lo que cuentan, por lo que en su día significaron y por lo que aún siguen significando para mí. En definitiva, porque ponen música y letra a una parte de mi vida...)

El primer amor:











El que yo creí que sería para siempre:










El que resultó una mentira, un engaño:









La oscuridad más negra:







Thinking about taking revenge:





Getting over:





La realidad actual:





Sueños y esperanzas que me gustaría mantener:









Lo que creo que será:














lunes, 16 de enero de 2012

Palabra (o concepto) en extinción: fidelidad

El otro día, hablando con una compañera terminé de convencerme de algo: se ha perdido el verdadero sentido y valor de la palabra "compromiso" en las relaciones de pareja.

Independientemente de mi propia experiencia (fruto de la cual yo andaba ya cerca de dar por cierta la anterior afirmación, a pesar de no querer creerlo del todo por aquello de no perder la fe en el amor y por aquello de que quizás es que yo había tenido mala suerte), esta compañera a la que, por circunstancias, estoy empezando a conocer ahora un poco mejor y que ha resultado ser muy parecida a mí en muchas formas de pensar, también estaba asombrada de ciertas situaciones vividas en su primera persona. A saber:

- Viernes noche, cena de cumpleaños de un amigo suyo: Tras la cena, vienen un par de copas en un pub, pero, después de eso, a nadie excepto a ella le apetece alargar la velada e ir a otro sitio. Mi compañera guarda cierta relación con algunos compañeros de su anterior trabajo con los que se llevaba bien y con los que, en más de una ocasión, ha quedado para salir. Se acuerda de que uno de ellos vive cerca de donde están y le llama para ver si está por allí y/o si está con alguien y ver si pueden quedar en algún sitio para seguir divirtiéndose. Pues sí, resulta que él está por allí. Concretamente le comenta que acaba de dejar a su novia en el bus que la lleva a su casa y que él se dirigía a la suya. Le apetece ver a mi compañera porque hace tiempo que no se ponen al día, así que quedan y se van a tomar una copa. Ya en el garito de turno y después de un rato de charla, él le espeta: "Bueno, ¿qué? ¿qué eliges chico o chica?". Mi compañera: "¿Perdona?". Él: "Sí, para el trío. A mí me da igual; ya lo he hecho de las dos maneras, así que puedes elegir a quien quieras". Mi compañera: "O_o... Buenoooo, vamos a ver, casi mejor que lo dejamos para otro día y nos vamos marchando a casa, ¿no te parece?". Él: "¿Es que nunca lo has hecho?". Mi compañera: "Pues no. Ya, ya veo que, a pesar de ser unos cuantos años mayor que tú, tú me ganas en experiencia, pero a mí no me va. Además,... ¿tú no tienes novia?" Él: "Sí, pero estas cosas no tienen nada que ver con ella. Es otra faceta de mi vida. Algo personal mío" Mi compañera: "Bueno, majo, que lo dicho, encantada de verte y que yo me voy marchando..."

- Esta misma compañera, en una ocasión fue objeto de "los tejos" de un amigo de un amigo suyo que tenía novia a 400 km de distancia y que abiertamente le dijo: "Me gustas, pero que sepas que tengo novia. Ella vive en (ciudad a 400 km). No la voy a dejar, pero me gustaría tener algo contigo para cuando ella no esté aquí".

- Otro amigo de mi compañera que, a su vez, tiene un amigo recién casado al que mi compañera conoció en el cumpleaños del amigo común. Este tipo casado se encaprichó de ella y la estuvo persiguiendo durante más de un año para conseguir ligársela. Su estrategia fue camelársela poco a poco, siendo el "amigo ideal" que todas queremos y necesitamos en ciertos momentos, pero dejando caer de vez en cuando la típica indirecta a ver si cuela un revolcón. Un año fue lo que el tío tardó en terminar de convencerse de que no iba a conseguir nada con mi compañera y, en cuanto se convenció de ello, dejó de "ser su amigo".  A sus indirectas, mi amiga siempe le peguntaba: "¿tú no estás casado?". Él: "Que yo haya elegido la cena no quiere decir que no pueda mirar el menú"... [Cosecha mía: Ya majo, pero es que una cosa es mirar el menú y otra cosa es ¡que quieras probar todos los platos!]. A mi compañera le consta que el tipo se acuesta con toda la que puede (viaja por trabajo, lo que se lo pone más fácil).

Después de contarme ella todas estas cosas y yo a ella mis experiencias propias, llegamos a la conclusión de que, hoy en día, no hay compromiso real en mucha de la gente que decide casarse/emparejarse.

Yo creo firmemente que una relación de pareja conlleva, ante todo, respeto y lealtad y que estas dos cosas llevan implícitas muchas otras entre las cuales está la fidelidad. Ya no es el hecho en sí de ser infiel a tu pareja físicamente, que no deja de ser un acto físico, sino el hecho de que, con ese acto, le estás siendo desleal y estás faltando al respeto a la persona a la que se supone que has elegido como compañero de vida. Sumémosle también el fallo total a la confianza depositada en ti por esa persona.

Si lo estás haciendo a espaldas de tu pareja es porque sabes que a ella no le gustaría lo que haces y, por tanto, si lo llegas a hacer, estás faltando al respeto, a la lealtad y a las normas asumidas en tu relación.

Creo que, si no estás dispuesto a ser fiel y leal con la pareja que elijas, es mejor que optes por un estilo de vida de soltero para no hacer daño a otras personas. Nadie te obliga a vivir en pareja si no estás convencido de ello y, si optas por formar una pareja (y hasta una familia) sin renunciar a la libertad sexual de la soltería, puedes arruinar la vida y hacer daño a muchas personas que serán los que paguen tu egoísmo (tu pareja, tus posibles hijos, tu familia, la familia de tu pareja...).

Después de toda esta reflexión no me queda otra que concluir que mucha de la gente que se casa o se empareja y que llega hasta a formar una familia, lo hace realmente porque "es lo que toca", porque no quieren vivir solos cuando sean viejos, porque quieren tener a alguien que les cuide cuando estén enfermos o sean mayores, porque quieren llegar a casa y tener la casa limpia y un plato de comida caliente en la mesa, porque no quieren renunciar a la experiencia de ser padres (aunque esto hoy en día también se puede hacer en soltería, pero en fin...) pero prefieren que otra persona comparta la responsabilidad de la paternidad/maternidad con ellos y no cargarla ellos solitos (y, de paso, que al llegar a casa también estén ya los niños bañados, cenados y casi acostados...). En fin, que una decisión tan importante como esta no siempre se toma por las razones adecuadas y, por ello, hay mucha falta de compromiso.

Supongo que hace unas cuantas décadas también habría gente que se casara porque "era lo que tocaba", pero ahora, además, existe mucha más libertad y mucho más acceso a posibles oportunidades de infidelidad, lo que hace que esta situación se haya "globalizado" un poco más. Además no hay miedo al "qué dirán" si te divorcias, con lo que parece que hay "carta blanca" (si te pillan, te divorcias y a empezar de nuevo, que aquí no ha pasado nada). Antes te casabas y era para toda la vida y, como no había móviles ni internet, para ser infiel solamente te quedaba echarte un amante (para los señores, la "querida" de toda la vida) o "irte de putas" y mejor ser discretos y no dar que hablar en el pueblo en el que uno vivía.

Yo soy mujer y mi compañera también lo es, así que hablábamos desde nuestra experiencia y punto de vista que es el de la falta de compromiso con la pareja de los hombres actuales, pero seguro que los hombres también podrían hablar de falta de compromiso de muchas mujeres de hoy en día. No creo que esta "epidemia" sea única y exclusiva del género masculino.

Y, por supuesto, cuando hablo de "pareja" lo hago desde el punto de vista de lo que se entiende por "pareja" en el sentido más estricto de la palabra. Quiero decir que, si se trata de parejas de esas que ahora se llaman "abiertas" y este tipo de comportamientos se hacen con el conocimiento, consentimiento (e incluso participación) de la otra parte, ya no se estaría faltando al respeto ni a la lealtad a nadie puesto que ESAS son las "reglas del juego" pactadas dentro de ESA pareja. Y cada pareja es un mundo y yo no soy quién para juzgar cuál es su forma de vida. Otra cosa es que no la comparta y no la quiera para mí, pero la respeto.

domingo, 15 de enero de 2012

La máquina del tiempo: aquella tarde

Solamente Miranda, sí, pero no es poco. No es poco cargar conmigo misma, con el sentimiento de fracaso vital, de ser una carga, de saber que, probablemente, nunca obtendré la felicidad tal y como yo siempre la he concebido.

¿Falta de autoestima? Eso dicen algunos mientras otros me recuerdan lo especial que soy. Yo no creo que esto que siento sea falta de autoestima. Creo que es únicamente realismo: la certeza de mirar hacia delante y no ver nada mejor que lo que ya se ha ido y, aún así, no desear volver a lo ya vivido.

Pero, ¿y volver atrás en el tiempo? Sí. Si eso fuera posible, tengo muy claro el momento de mi vida al que me gustaría regresar y, sabiendo lo que sé ahora y aún a pesar del atrevimiento insólito que eso supondría para mí en aquel tiempo, el camino elegido en ese momento sería justamente el contrario al que en realidad escogí. Después vendrían más momentos vitales en los que mis decisiones serían otras, pero aquel sorprendente momento, aquel dulce y amargo momento marcaría mi vida de una forma muy diferente a como efectivamente lo hizo.

Es curioso que no he pensado en esto hasta hace no mucho. Hasta hace un par de años no fui consciente de cuán diferente habría sido mi vida si aquel día, si aquella tarde hubiera dicho sí en lugar de no. Y, siendo sincera, no lo he pensado antes porque tuve años de aparente felicidad que yo creía verdadera. Cuando la realidad empezó a asomar debajo de la capa de apariencia que la ocultaba, fue cuando empecé a ser consciente de mis malas decisiones y de las cosas que debían haber sido distintas. Entonces, una noche soñé con aquella tarde, con sus dos tristes protagonistas. Y lo supe.

Cuando desperté por la mañana, me invadieron la nostalgia y la certeza de una vida feliz en una dimensión paralela a la que ya nunca podría acceder. Me atenazó el mismo sentimiento de entonces. ¡Cuánto deseaba decir sí! Pero no podía ser. Yo tenía que actuar conforme a lo que se esperaba de mí, conforme a lo que siempre se esperó de mí. En general, no me arrepiento porque soy como soy y, en muchos aspectos, no me gustaría ser de otra forma. Pero aquella tarde sí, aquella tarde mi corazón quería decir sí, pero mi cerebro dijo no.

¿Conseguiré ser la persona, la mujer que quiero ser? ¿conseguiré la vida que siempre he deseado? No lo creo y poco a poco me voy haciendo a la idea.