jueves, 19 de julio de 2012

El príncipe que no resultó un sapo

Hacía mucho que alguien no me llegaba tan adentro ni me calaba tanto como tú lo hiciste, como tú lo has hecho. Ya hace más tiempo que saliste de mi vida que el tiempo que estuviste en ella y la sensación de que se quedaron mil cosas por decir, por hacer y por vivir sigue doliendo.

Aún a pesar del escaso tiempo libre del que dispongo luchando por conseguir aquello que quiero y que tú sabes, sigues en mi mente muy a mi pesar y a pesar de mis firmes intentos por sacarte de ella. Las casualidades tampoco me dan tregua recordándome una y otra vez que existes, que en algún lugar sigues estando... pero para otra y no para mí.

No puedo evitar la sensación de que hubiera resultado bien. Creo que no hubo tiempo, que no me concediste suficiente espacio. Soy lenta. Siempre lo he sido y creo que, debido a mi currículum, ahora lo soy un poco más. Empezaba a ser yo, a confiar y sentirme a gusto cuando todo acabó. Empezaba a sentirme suficientemente cómoda para desplegar mis armas de mujer y de seducción... Apenas me dio tiempo a empezar a disparar balas de fogueo y te perdiste la artillería pesada. Quizás entonces hubieras encontrado aquello que buscabas, aquello que dices que tanto necesitas. Conmigo siempre ha funcionado así: con el tiempo, con el conocerme, cuando yo puedo sacar "los tanques" porque me siento cómoda y en confianza. Intenté decírtelo, pero decidiste que era definitivo, que no resultaría de ninguna manera... Yo no estoy tan segura porque solamente viste de mí la punta del iceberg y, según dices, esa punta te gustó... Pues había mucho más y mejor debajo del agua, esperando el momento para dejarse descubrir por ti... y solamente necesitaba un poco más de tiempo para asomar.

Ahora tengo que centrarme en las tareas veraniegas que empiezan a conducirme al camino que quiero recorrer hasta llegar al destino que me he marcado como objetivo en una de las facetas de mi vida. Durante un corto período de tiempo creí que tú me acompañarías en ese camino al menos durante este verano (¡¿qué menos que ese tiempo para llegar a conocer a alguien de verdad?!). No va a ser así y eso me entristece al pensarlo, pero no puedo reprocharte nada de tu comportamiento conmigo porque fuiste sincero y honesto... A mi entender tuviste demasiada prisa en encontrar lo que buscabas y en eso te equivocaste, pero eso no puedo cambiarlo porque tendrías que ser tú el que viera que las cosas son distintas con cada persona y en cada momento y circunstancias de la vida... Yo no soy ella. Yo no me parezco ni a ella ni a nadie. Soy una persona diferente y, por ello, las cosas conmigo serán siempre distintas a como fueron o serían con otra persona. Yo lo tengo claro y tú deberías darte cuenta de ello de forma madura para poder valorar mejor las situaciones y las personas.

Creo que, además de las prisas, también tuviste algo de miedo a repetir errores o situaciones pasadas, pero era demasiado pronto para hacer valoraciones objetivas y justas.

No obstante, me quedo con todos los preciosos momentos que me regalaste, con todos los detalles que tuviste conmigo y con la forma tan extraordinaria en que me trataste. Me gustaría poder pensar que te hice sentir a ti la mitad de lo que tú me hiciste sentir a mí... Nunca lo sabré y eso también me duele porque me hubiera gustado que me lo dijeses.

Te deseo lo mejor y toda la felicidad del mundo. Yo te recordaré siempre con cariño y nunca habrá rencor para ti en mi corazón.