miércoles, 24 de abril de 2013

Aquella cicatriz

Aquella cicatriz bajo tu barbilla... No sé por qué hoy me he acordado de ella. Me he acordado del primer día que la ví, de tus ganas de venir a verme aquella noche, del tiburón blanco, de nuestras risas después y de aquel abrazo y aquel beso en el que te sentí y... despertó esa parte de mí. Estabas tan arrebatadoramente atractivo con aquella camisa... Tú ni te acordarás de todos aquellos pequeños detalles, pero yo los recordaré siempre. Todos. Absolutamente todos.

Aquella cicatriz bajo tu barbilla... Lo que daría hoy por poder besarla y acariciarla como me dejaste hacer una vez.

Aquella cicatriz bajo tu barbilla que te hacía aún más único e irrepetible...

domingo, 10 de marzo de 2013

Una pregunta para ti

Tengo una pregunta para ti. Para ti que conoces el mundo de la delincuencia y la ilegalidad mucho mejor que yo. Para ti que conoces bien el Código Penal y la LECrim. Para ti que te desenvuelves en esos temas como pez en el agua porque es lo tuyo y porque, además, eres bueno en ello.

¿Está tipificado como delito en el CP robar el alma y el corazón de una persona y dejarla errante por la vida sin que pueda entender nunca más cuál es el sentido de su vida? Y, si lo está, ¿cuál es la condena por ello? ¿cuál es la máxima pena por dicho delito? ¿puedo yo esposarte, atarte y someterte a tortura? ¿a la tortura de despertar tu deseo (porque sé que tengo ese poder) y no dejarte satisfacerlo?

Te quise. Te sigo queriendo. Ni un solo día del resto de mi vida dejaré de quererte, pero... anhelo torturarte, aunque dicha tortura signifique para mí agravar la condena que ya estoy cumpliendo de seguir encadenada de por vida a tus besos, tus caricias, tu risa y tu piel.

sábado, 19 de enero de 2013

Un deseo

Tengo un deseo secreto que no me atrevo a pronunciar ni siquiera en voz baja. Un deseo secreto que me da miedo tan solo pensar en él.

Tengo una sensación que acompaña ese deseo. Una sensación que no sé si es real o algo que yo misma genero para que ese deseo parezca más posible.

Ayer un amigo pronunció mi deseo secreto en voz alta. No estaba hablando de mí. Hablaba de él mismo y estaba siendo irónico con una situación de su vida, pero... el corazón me dio un vuelco al oír esas palabras y pensé: "¡ojalá!". Acto seguido sentí miedo a que mi deseo nunca se cumpla.

domingo, 6 de enero de 2013

¿Cómo se hace?

¿Cómo hago para, después de haberlo tenido todo contigo, conformarme con menos? Y sé que con nadie más lo tendré todo como lo tenía contigo. Cada persona es lo que es y el que venga me ofrecerá lo mejor de sí mismo, pero nunca será tan completo como contigo. Esto es algo que sé en lo más profundo de mi corazón.

¿Cómo se hace para ser feliz y hacer feliz a otra persona sin comparaciones con aquella con la que lo tenías todo? Yo no sé. No puedo. Y esa será mi cruz y mi condena porque siendo tan sincera y coherente como soy con mis sentimientos, ya no podré estar con nadie "a medias".

Ahora sé que todo lo que tuve antes que contigo fue "a medias", pero no lo sabía en su momento y pude vivirlo y "ser feliz". A partir de ti las cosas son distintas porque ahora sé lo que es "un todo", "un completo" y ya no quiero cosas "a medias". Pero nadie más me dará ese todo que tú me diste. Esas cosas pasan una vez en la vida, si es que tienes la suerte de vivir algo así. Tú fuiste mi "vez en la vida" y no te has quedado en ella... El resto se quedará corto, será un "a medias" y, ahora que ya lo sé distinguir, no me conformo.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Despedida

El fin de semana pasado estuve en la puerta de tu casa sin que tú lo supieras ni me vieras. Ni quería que lo supieras ni quería que me vieras. Mantuve la distancia y vi que tú estabas dentro, pero te hablé en silencio y desde esa distancia.

Fui a despedirme, a decirte que creo que siempre serás el amor de mi vida aunque no nos diste ocasión de vivirlo, que una parte de mi corazón siempre será tuya esté quien esté a mi lado, que nunca me sentí de la forma que tú me hiciste sentir ni creo que vuelva a sentirme así con nadie y que toda la intensa lluvia que estaba cayendo sobre mí en esos momentos no era nada comparada con los mares que te he llorado desde que te fuiste.

Te echo de menos. Te sigo echando de menos. Millones de veces me acuerdo de ti y de cuánto te haría reír esto o aquello y enseguida me entristece el hecho de no poder llamarte para contártelo.

Me doléis tú y tu ausencia. Y también me duele tu dolor, ese que no tiene que ver conmigo pero que me duele porque te quiero y no me gusta que sufras.

Me has cerrado todas las puertas sin merecerlo y yo desearía tanto poder estar a tu lado y ayudarte a olvidar como haría una buena amiga, sin más pretensiones.

Espero sincera y generosamente que tu corazón sane, que encuentres lo que buscas en la vida, que seas feliz y que alguna vez en el futuro te acuerdes de mí con cariño y una sonrisa.

Hasta siempre.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Rota...

Pensé que sería otra más. Otra vez más que, después de caerme, haciendo un duro esfuerzo me levantaría y poco a poco (muy poco a poco, que para eso una es lenta) volvería a ser yo y que LA ILUSIÓN, MI ILUSIÓN, volvería a estar ahí, a la espera...

Pues no. No sé si es porque ya van más veces de las soportables por mi ser o porque simplemente esta vez era definitiva, pero lo cierto es que esta vez estoy rota. No lo he estado antes. He estado muy mal, hundida en lo más profundo de la oscuridad, pero no rota... solo profundamente herida.

Se me ha roto el alma y llevo meses intentando repararla sin éxito. Esta vez el impacto ha sido tan brutal que tengo la sensación, la intuición de que LA ILUSIÓN no volverá. Y lo peor es que no sé vivir (ni quiero) sin esa ilusión, sin esa posibilidad, sabiendo que ya nunca llegará...

Mi única solución sería utilizar el LOCTITE de mi alma, pero está descatalogado y fuera del mercado para mí... Conclusión: no hay solución...

sábado, 1 de septiembre de 2012

Sigo echándote de menos...

¿Cómo es posible? Sabía que me habías llegado hondo, pero... ¿tanto como para que a estas alturas sigas doliendo? ¿tanto como para que estés presente todos los días? ¿tanto como para que las casualidades me sigan recordando que existes?...

Alguien me comentó que quizás la explicación esté en que aún haya algo pendiente por vivir... Yo no lo creo, o mejor: no quiero creerlo, no debo creerlo. Tú has cerrado todas las puertas y, aunque muchas veces te has visto tentado a abrir alguna de esas puertas y una vez, por un instante, llegaste a abrir una rendija de una de ellas, rápidamente cambiaste de opinión y las has mantenido cerradas... Por tanto, está claro que no hay puerta por la que me vayas a dejar pasar de nuevo.