Y finalmente ganó la intuición. Sí. Aquello que yo me olía ha resultado ser la realidad. No voy a negar que algún fantasma merodeaba el lugar y me hizo ver cosas que posiblemente no había, pero también es cierto que había mucho de intuición y ahora lo sé con seguridad.
Bueno, algo de tristeza y decepción... otra vez. Pero no me arrepiento de lo vivido y sé que esta vez no hubo engaños, que es lo que más duele. Valió la pena vivirlo y espero recordarlo siempre. Tendrá un rinconcito en mi corazón.
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